jueves, 16 de febrero de 2012

Desborde artístico en el carnaval calcetero


Por: Hugo Apaza Quispe

El carnaval en Juliaca, desde hace más de dos décadas tiene un nuevo rostro, ahora es espectacular y artístico, pero menos folklórico; no es propiamente genuino pero se está constituyendo en parte de nuestra identidad cultural. El carnaval calcetero se ha convertido en fiesta con desbordante alegría y exhibición de arte colectivo. Aquí la fiesta carnaválica es un espacio de socialización, donde se entroniza la danza acompañado de la música, el canto, la coreografía, el disfraz, la comida, la bebida y los sentimientos que exaltan al humano como entidad artística.
Las danzas transforman el panorama del altiplano. En tiempo de carnaval la pobreza deviene en quimera y el derroche en éxtasis; el paisaje se torna policromo, el silencio se transforma en música y el canto exterioriza idilios y emociones. ¿Cómo se expresan el carnaval juliaqueño? En estas y otras estampas.

LA QASHWA DE SAN SEBASTIÁN:
Nuestro carnaval se inicia el 20 de enero con la Qashwa de San Sebastián o carnaval chico, cuando sus protagonistas Machu Aychas y Ch’iñipilcos adornan las explanadas de los cerros Huaynarroque y Santa Cruz con sus melodías, coreografías, cantos y desafíos, al mismo tiempo que rinden pleitesía a la pachamama.
El 20 de enero es una muy buena oportunidad para observar y deleitarse con esta danza milenaria en su real magnitud y con sus legítimos protagonistas, y escuchar el bronco sonido del incólume toqoro de siglos. La Qashwa el año 2011 fue reconocida como Patrimonio Cultural de la Nación por el Ministerio de Cultura del Perú.

LOS CONCURSOS DANCÍSTICOS:
La majestuosidad del carnaval juliaqueño se expresa en los concursos de danzas, siendo los más fastuosos y masivos espectáculos gratuitos. En estos certámenes se presentan decenas de instituciones artísticas, que ejecutan danzas nativas, mestizas y de traje de luces; cada una de ellas tiene su propio elenco musical y coreógrafos profesionales. Se disputan colosales trofeos y en algunos casos premios pecuniarios. He aquí las principales perlas que elevan la autoestima calcetera.
 ELECCIÓN DE LA SEÑORITA CARNAVAL: Certamen de belleza organizado por la Federación de Arte y Cultura (FEDAC) y la Municipalidad Provincial de San Román. Las candidatas se presentan con su traje especial y se desenvuelven cadenciosamente al compás de la danza que representan; allí también se elige a la Señorita Turismo y a la Señorita Folklore.
 CONCURSO DE ELENCOS ARTÍSTICOS: Certamen que convoca a los ballets de las agrupaciones dancísticas. Es un duelo de lo mejor de cada organización que danzarán en los certámenes sucesivos.
 CONCURSO DE DANZAS AUTÓCTONAS “PINQUILLO DE ORO”: Organizado por la Asociación de Toqoros y Pinkillos los Ch’iñipilcos. Es un espectáculo gratuito que se realiza en la explanada de la urbanización La Rinconada.
 CONCURSO DE DANZAS “VARILLA DE ORO”: Esta actividad es organizada por la Asociación de Comerciantes del Mercado “Manco Cápac”. Allí los ganadores no sólo reciben estímulos simbólicos, sino que se hacen acreedores a premios pecuniarios. Es un espectáculo gratuito.
 CONCURSO “CRISTO BLANCO”: Organizado por la FEDAC y allí participan masivamente todas las instituciones afiliadas a esta organización provincial.
 CONCURSO DE DANZAS “SOMBRERO DE ORO”: Este certamen es organizado por los comerciantes del Mercado Internacional “Túpac Amaru”. Es un espectáculo gratuito cuyo escenario es la calle Moquegua.
 CONCURSO DE DANZAS “SEÑOR DE HUAYNARROQUE”: Este concurso es organizado por la Agrupación Folklórica Los Machu Aychas de Toqoros y Pinquillos. Se caracteriza por su formidable ubicación y la majestuosidad del anfiteatro natural.
 CONCURSO “SEÑOR DE LA AMARGURA” Este certamen se desarrolla en la explanada del distrito de Caracoto a donde concurren danzarines, músicos y espectadores de diversas latitudes, y es organizado por la Municipalidad Distrital de Caracoto.
 GRAN PARADA FOLKLÓRICA Esta parada dancística es organizada por la Federación de Arte y Cultura de la Provincia de San Román.
 FESTIVAL DE TARQADAS Y PINQUILLADAS, Y CONCURSO DE BANDAS MUSICALES: Estas actividades revaloran al músico, la melodía y los instrumentos que dan el marco melódico a las diversas agrupaciones artísticas que ensalzan el carnaval juliaqueño.

Estas presentaciones artísticas son el resultado de cuidadosos preparativos y ensayos rigurosos, en donde los directivos, alferados y coreógrafos de los diversos conjuntos, dan lo mejor de su cariño y creatividad. Los miles de danzarines y músicos compiten para hacer de Juliaca el epicentro del mejor carnaval andino.

Xullaca, febrero de 2012.

JULIACA, CAPITAL DEL CARNAVAL ANDINO

Por: HUGO APAZA QUISPE


En la meseta del Titicaca se ha gestado el gran tawantinsuyo incaico. Este imperio fue una maravillosa combinación de milenarios mosaicos culturales, cuyas manifestaciones no han logrado extinguirse durante la Colonia ni en la República. Por ello, en la actualidad nuestra región se caracteriza por su variada geografía y heterogénea expresión histórico-cultural. Cada distrito, e inclusive cada comunidad, tienen sus propias costumbres; las diferencias son de lengua, danza, arte, comida, vestimenta, actividades económicas, etc., esta diversidad cultural es nuestra potencialidad que nos exhibe al mundo como un emporio de maravillosas expresiones artísticas.
Una de las oportunidades para observar la maravillosa constelación del arte altiplánico, es la fiesta carnaválica que tiene a Juliaca como su epicentro artístico. Desde hace un poco más de tres lustros el carnaval juliaqueño viene gozando de renombre nacional e internacional por su espectacularidad, duración y gran despilfarro de alegrías, bebidas y fortuna.

MOMENTOS DEL CARNAVAL JULIAQUEÑO:
En Juliaca el carnaval se divide en dos momentos: En el primer momento reina la tradición y el folklore, pues al margen de los juegos y las bromas, se observa a un pueblo que conserva costumbres ancestrales, como el homenaje a los apus tutelares, el sahumado y embellecimiento de las viviendas con flores, misturas, serpentinas y globos; de igual forma las personas que tienen una finca rústica organizan una colorida caravana de visita a sus predios, con un elenco musical en donde integran a la fiesta jubilosamente a sus cultivos y ganados. Asimismo, todavía se observan comparsas de tarkeadas, pinkilladas y sicuris amenizando a bailarines organizados en wifalas y otros bailes agropastoriles.
En el segundo momento prima la magnificencia dancística. Aquí se observan a decenas de prestigiosas instituciones o escuelas de arte, que agrupan a miles de músicos y danzarines de todas las edades, quienes debidamente clasificados protagonizan espléndidos espectáculos gratuitos compitiendo incansablemente durante más de una semana. Con agrado se observa que los elencos crecen en número y la organización va madurando. Los miles de espectadores, nacionales y extranjeros, experimentan una sensación de gozo al escuchar las melodías de renombradas bandas de músicos de Juliaca, Puno, Tacna y otros lugares del Perú y de Bolivia, y ver el desarrollo de las hermosas coreografías de las danzas nativas, los clásicos sikuris, las espectaculares y elegantes morenadas, las juveniles sayas, tobas y tundikes, las dinámicas diabladas, los arrogantes t’inkus, y toda la gama de manifestaciones artísticas inspiradas por las culturas del altiplano, observándose la paradójica realidad de que un disfraz o máscara “es más hermoso, cuanto más horrible es”. Todas estas pomposas exhibiciones están precedidas por certámenes de belleza.
No hay duda de que en plena época de la globalización y competitividad, superando todo tipo de limitaciones, en Juliaca los concursos de danzas por los carnavales, ya tienen prestigio nacional e internacional, y con orgullo podemos decir que la ciudad de Juliaca, es la capital de los carnavales más espectaculares y prolongados de América andina.

INVITACIÓN:
Hermanos del Perú y del Mundo:
Fraternalmente les invitamos a que sean testigos y protagonistas de una maravillosa experiencia. Visiten Juliaca, ya que en estos carnavales se muestra ante el mundo como una refulgente luminaria de irradiación artístico-tradicional en los andes del sur peruano.

CARNAVAL CALCETERO

Por: HUGO APAZA QUISPE



Samuel Álvarez Enríquez no es un poeta y escritor nuevo, su trajín intelectual se remonta a la década de los 70 del siglo pasado. Transita con solvencia por los senderos de la poesía, el ensayo y la narrativa. En sus obras se observa al militante de la desalienación y al beligerante por el cambio social, en cuyas cúspides se encuentran la reivindicación de los valores ancestrales y la consolidación de la identidad cultural. Una muestra de estos últimos trabajos de investigación es el presente texto titulado “Carnaval juliaqueño”, que teniéndolo en manos ya nos hace escuchar los sones de siglos homenajeando a la pachamama.
La palabra folklore tiene la misma connotación que la voz historia, puesto que “historia” tiene dos acepciones generales, una como hecho social irreversible y otra como investigación o conocimiento que describe a los sucesos ocurridos. Lo mismo ocurre con el vocablo “folklore”, es decir que hace referencia a lo que real y objetivamente ocurre en los pueblos y los estudios de los mismos. Esta diferenciación es evidente en la presente obra que contiene un preámbulo conceptual en donde su autor entiende al folklore como el saber del pueblo, como una ciencia, un arte, una técnica y un oficio.
En la actualidad al folklore se le está reduciendo a costumbres anticuadas y anacrónicas, lo cual es un error, tampoco se puede reducir a los carnavales únicamente a las danzas y a la música. Nuestra realidad folklórica es un enorme potencial que fortalece nuestro sentido de pertenencia.
Los carnavales son parte del folklore, y la riqueza folklórica es una creación colectiva milenaria cuyo vigor en muchos casos está vigente, y se la puede sentir todos los días del año y en todos los escenarios sociales. En el caso de Juliaca el carnaval tiene dos momentos, uno consuetudinario y otro de carácter competitivo. Este último es la que se viene imponiendo y se le está convirtiendo en paquete turístico. Pero, ¿Cuántos saben que el día del carnaval es el domingo de quincuagésima más el lunes y martes siguientes antes del miércoles de ceniza que es el primer día de los ayunos cuaresmales? La cuaresma tiene un profundo significado para el mundo católico, pero en nuestro medio los carnavales oficiales (concursos) se inician cuando en realidad debiera culminar. Así observamos que los carnavales calceteros también son subversivos.
Esta obra está escrita con sentimiento terrígeno y se constituye en una ofrenda noble a José María Arguedas en su centenario, debido a que se describen las diversas formas de presentación carnaválica reivindicando a la kashwa a la que se la encumbra como danza de origen guerrero y agropastoril. Su autor dice que “El carnaval en Juliaca y el Ande se inicia el día 20 de enero…al son de toqoros y prinkillos”. Se describe el taripacuy, el ño carnavalón, a los machuaycahas y chiñipilcos, los rituales previos y otros, sin dejar de mencionar a los juegos, las danzas, coreografías, trajes, instituciones artísticas y los concursos que deslumbran.
Este esfuerzo de revaloración cultural es una muestra que nuestro folklore está en pleno vigor y que tiene al artista Samuel Álvarez Enríquez como uno de los vigías que estudia y defiende los valores ancestrales que desafía el tiempo.


16-II-2011

"PRESENTACIÓN" DEL LIBRO “EL CARNAVAL JULIAQUEÑO” DE SAMUEL ÁLVAREZ ENRÍQUEZ

PARADOJAS CARNAVÁLICAS

Por: Hugo Apaza Quispe



“Cada panadero alaba su pan” dice un refrán popular. En teoría decimos que la humildad es una cualidad de los espíritus superiores, o que cuanto uno más sabe debe ser más humilde, sin embargo en la práctica esta virtud es transgredida por cuanto mortal se ha enemistado con ella. Casi todos con humildad, consciente o inconscientemente, con razón o sin razón pregonamos:
Que somos los mejores, que somos los primeros, que somos los únicos, que somos los campeones de campeones, que somos los auténticos, etc. O, que ellos son imitadores, que no son originales, que son primerizos, que son perdedores, etc.

Parada necesaria:
En las fiestas por carnaval podemos observar las siguientes incoherencias evidentes:

 Las costumbres de origen ancestral son actos de gran significación social, pero la fe en aquellas prácticas mágico-religiosas, consideramos que ya no son sinceras; particularmente en el área urbana, la vorágine de la cultura accidental la viene extinguiendo inmisericordemente. Ahora el dinero (divisas) y la ostentación se anteponen a cualquier argumento religioso.
 Aunque no compartimos la idea de que en el altiplano surperuano las celebraciones carnaválicas se inician el 20 de enero y se prolongan por más de 40 días, consideramos que los carnavales peligrosamente se vienen reduciendo a prácticas dancísticas, mal clasificadas y peor calificadas.
 De acuerdo al calendario católico, las carnestolendas son regocijos populares que se debía celebrar los tres días que anteceden al miércoles de ceniza. Sin embargo, en nuestro medio este calendario es vulnerado, pues al reducirse los carnavales a exhibiciones artísticas (danzas), esta festividad se inicia cuando en realidad culmina.
 Los carnavales también sirven para reencontrarnos con desniveles sociales y económicos, en donde lo nativo es visto con un inocultable desagrado. Pero sus integrantes si tienen conciencia de su arte.
 Las exhibiciones por las carnestolendas debían ser celebraciones espontáneas y creativas, pero no es así, pues por el afán de competir, ganar los mejores comentarios y aplausos, se acude a orientación foránea como la boliviana, de donde se traen bandas de músico, coreógrafos, refuerzos, trajes, etc. ¿acaso no hay talento artístico en nuestro medio?
 A la pregunta: ¿por qué danza usted? Las clásicas respuestas que escuchamos son “por devoción”, “por la pachamama”, o “por diversión”, esta última parece la más honesta, pues si fuera por los primeros no habría tanto derroche de dinero en bebidas alcohólicas, en trajes costosos, en bandas de músicos extranjeros, etc.
 En estos momentos en nuestra región muchas familias rurales están en situación grave debido a las inundaciones, pero con los espectáculos de despilfarro económico, ¿cabría la posibilidad de hablar de pobreza o que a nuestro departamento de le deba declarar en emergencia por falta de dinero?

Un pretexto de carnaval:
En los actuales carnavales lo que se observa son concursos que si bien es cierto que son espectaculares, prolongados y muy concurridos, se la viene convirtiendo en paquete turístico lo cual es un golpe mortal a la tradición cultural. El turismo puede traer dinero, pero hace perder la esencia, “lo más negativo del turismo es la imposición de la cultura del dinero, que trastoca por completo la moral”. Además, ¿cuánto de las divisas le beneficia al sacrificado danzarín que gasta sus soles en los ensayos, pone su cuota pecuniaria y suda la gota gorda en los diversos escenarios? ¿no son acaso las grandes empresas las más beneficiadas?

No es incongruencia, sino una necesidad:
En nuestro medio la gente haciendo grandes sacrificios logra ahorrar dinero durante meses para luego bailar y divertirse no sólo en los carnavales, sino en cualquier otra festividad. Nos encanta exhibirnos, y con pompa decimos que somos los mejores, que nuestra danza o nuestro carnaval es el mejor del Perú; razón no nos falta.
Pero, ¿por qué nos exhibimos con admirable suntuosidad?, ¿cómo anda la salud, la educación y los valores morales de nuestros hijos?, ¿en realidad nos sobra el dinero?
Las últimas investigaciones sociales vienen reconociendo que los seres humanos tenemos muchas necesidades, por ejemplo todos tenemos necesidades fisiológicas, necesidad de seguridad, necesidades sociales, necesidad de reconocimiento, etc. Ocupándonos de las necesidades sociales, el Dr. Miguel Ángel Cornejo nos dice que todas las personas, independientemente de nuestra condición económica, buscamos en forma natural figurar dentro de nuestra escala social, pues en todos los tiempos el hombre ha luchado por la fama y una posición social “la casa que tenemos, el automóvil, las fiestas que ofrecemos, nos brindan la oportunidad de ser alguien dentro de nuestra comunidad”, por ello no debe sorprendernos que una familia de escasos recursos económicos, con motivo de cualquier acontecimiento, gaste lo poco que tienen y hasta lo que no tiene, ya que la satisfacción que le produce socialmente es inigualable. Es normal que se tengan que hacer enormes sacrificios para satisfacer una necesidad, y la necesidad de salir del anonimato no puede ser la excepción.
En las fiestas de carnaval las necesidades sociales llegan a su cúspide, ya que nadie quiere pasar por desapercibido, ni las horribles hermosas máscaras esconden nuestro verdadero rostro. Así, del hecho de ser alguien, pasamos al figurantismo el mismo que nos conduce a ser nadie.
En fin, en estos bulliciosos regocijos todo se puede esperar mientras impere el culto al dinero y la ostentación.

Juliaca, 7 de Febrero de 2004.

LO NATIVO EN EXTINCIÓN

El altiplano puneño se caracteriza por su rica y heterogénea expresión cultural. Cada pueblo, e inclusive cada comunidad tienen sus propias costumbres; las diferencias son de lengua, danza, arte, comida, vestimenta, actividades económicas, creencias, etc., nuestro mismo paisaje no es uniforme. Así, conscientes de esta diversidad, en el ámbito teórico se pretende consolidar una identidad cultural discutible y se ensayan argumentos queriendo reivindicar lo autóctono, lo cual nos parece que son acciones encomiables pero débiles.
En esta ocasión, les invito a reflexionar en torno a un elemento (el pantalón) que involuntariamente se le reclama como nativo en las danzas vernaculares que practicamos.

Una experiencia motivadora:
Es sabido que en los clásicos concursos de danzas que se realizan en nuestro medio los grupos perdedores no siempre están de acuerdo con el fallo del jurado calificador, el descontento con los resultados es algo que a nadie extraña. Al final de estos certámenes es normal observar controversias encendidas, particularmente en la llamada categoría de danzas autóctonas, pues casi todos dicen que tal danza está trastocada, que la otra está estilizada, que no respetan su esencia, etc. En una de esas acaloradas discusiones entrometidamente pregunté, ¿por qué dicen que ese traje no es autóctono? Y altaneramente se me respondió: porque el pantalón de ellos es de polystel y el nuestro sí es autóctono porque es de lana de oveja. Muy bien.

Cavilando para comprender:
Entonces brota la pregunta: ¿qué es lo autóctono? Las voces nativo y autóctono tienen una aproximación de sinonimia, pues se refieren al lugar en que uno ha nacido o ser originario del mismo país en que vive. La autoctonía a que hacemos alusión se refiere a expresiones culturales que son propios del lugar, es decir a costumbres que han nacido y se vienen desarrollando en nuestro lar.
Ahora bien, indagando más observamos que gran parte de nuestras manifestaciones culturales han dejado de ser autóctonos para devenir en mestizas.
El desarrollo tecnológico, científico, espiritual, etc. de las potencias mundiales desde hace siglos viene avanzando por el orbe amestizando todo lo que toca en unos casos, y absorviendo en otros.

Entronización de lo mestizo:
La historia peruana ha truncado su desarrollo autónomo con la abrupta invasión europea. Hasta la época incaica aquí se desarrollaba una cultura nativa producto de una continuidad histórica. Si bien es cierto que a partir de la captura del Inca Atahualpa se inició toda una gesta de resistencia, también es cierto que se inició todo un proceso de amestizamiento amalgamando las culturas andina y occidental, y originando “lo peruano”. Desde entonces paulatinamente el pensamiento nativo peligrosamente se viene alejando de su ser. Si el pensamiento es la expresión de la cultura y si nosotros pensamos en español, escribimos es español pero hablamos en lengua nativa (quechua o aymará), estamos hablando de un típico mestizaje.

Pantalón de lana de Oveja:
Los españoles, al margen del idioma, la religión, etc. lograron también introducir y generalizar el su uso dos elementos culturales que nos ocupan: el pantalón y la oveja.
Las crónicas nos dicen que fueron los españoles quienes obligaron, so pena de muerte, a que la población nativa andina tenga que vestirse de acuerdo a la voluntad del conquistador, lo que ocasionó que cada traje tenga un toque europeo, ya sea en el modelo o en el material. Así, la bayeta de lana de oveja fue destinada para la elaboración de los trajes de los indios e indias, cuyas prendas con el correr de los años se convirtieron en típicas.

Entonces
El desconocimiento de la historia muchas veces nos hace cometer errores.
Refiriéndonos a los bailes y danzas de nuestro medio, que de hecho tienen por indumentaria masculina al pantalón, en sentido estricto, no pueden considerárseles nativos ni autóctonos. Entonces, tanto los machuaychas y ch’iñipilcos, es decir los danzantes de la qashwa de San Sebastián, que son los representantes del folklore juliaqueño, también carecen de autoctonía, por lo menos en lo referente a la indumentaria.
Queda el reto a los investigadores sociales, al espacio educativo y a las instituciones encargadas de reivindicar y velar nuestro patrimonio cultural, realizar estudios serios acerca de las manifestaciones folklóricas de nuestro medio, y persuadir a la población que las expresiones ancestrales que aún perviven son los únicos ingredientes para reconocernos como herederos de un grandioso pasado, que puede contribuir a la grandeza de nuestra patria.
(Estas reflexiones no pierden vigor si se generalizan al país)

Juliaca, 15 de enero de 2004

AGONÍA DEL CARNAVAL FOLKLÓRICO

I. CARNAVAL O CARNESTOLENDAS:
Una de las acepciones que explica el origen de la voz CARNAVAL es la que la hace derivar del italiano carnevale, la misma que estuvo vinculada con la carne o los placeres carnales. Desde sus orígenes, en la vieja Europa, los carnavales o carnestolendas se expresaban en una serie de “bulliciosos regocijos o fiestas populares que se celebran en días inmediatamente precedentes al Miércoles de Ceniza, principio de los ayunos cuaresmales. El día del carnaval es el Domingo de Quincuagésima, pero van agregados a él el lunes y martes siguientes”.

II. FOLKLORE Y CARNAVAL:
La palabra folklore fue inventada en 1846 por el inglés William John Thoms, la misma que ya fue incorporada a la lengua castellana. Lo importante no es la palabra, sino la realidad folklórica que tiene un desarrollo milenario en las diferentes naciones del orbe. El folklore, como realidad objetiva, está integrado por un conglomerado de expresiones vernáculas que empírica y tradicionalmente han llegado a constituirse en el acervo popular observable e innato de los grupos sociales; es decir, que son supervivencias culturales especiales de algún sector de la evolución histórica de los pueblos.
El Carnaval, como hecho social que se representa anualmente es parte de las costumbres folklóricas del altiplano. El carnaval de ahora, es una simbiosis cultural cuyas raíces proceden de las tradiciones andinas e hispanas. Los pobladores precolombinos, que tenían una marcada reverencia hacia la pachamama, también tenían su momento de jolgorio que se manifestaba a través del warachicuy y del pujllay, en donde los adolescentes y jóvenes se divertían espontáneamente. Estas prácticas, en los ayllus y pueblos del Tawantinsuyo se realizaban en el mes de las flores; así la alegría ofrecida por la madre naturaleza, que exhibía su mejor atuendo, era compartida con la juventud que también estaba en plena maduración, por lo que cantaban y bailaban jubilosamente a fin de que la futura cosecha sea frondosa.
Durante la Colonia esta tradicional actividad andina fue suprapuesta por las carnestolendas de Europa que coincidía con la festividad del mes del florecimiento o jatun poqoy nativo. La festividad nativa tenía expresiones mágico-religiosas y de agradecimiento a la pachamama, en cambio, el carnaval foráneo traía consigo ruidosas celebraciones y juergas que incitaban a rendir culto a dioses mitológicos como “Momo”, “Baco” y “Eros”, es decir que durante la dominación hispana se echaron las bases del libertinaje en cuanto a la embriaguez y la lujuria, en donde los criollos y mestizos abusaron de la población nativa femenina, las mismas que muchas veces quedaban embarazadas ignorando la paternidad del hijo que ya estaba en marcha. Esta situación, también ha originado otra costumbre que se realizaba al cabo de nueve meses, es decir, en noviembre, en donde se celebraba el nacimiento y bautizo del bastardo, con burla y sarcasmo, por ser fruto de las fiestas carnaválicas.
Mientras se producían los abusos libidinosos en algunas poblaciones o haciendas, en los ayllus se iniciaban silenciosos romances e idílicos homenajes a la fertilidad.

III. CARNAVAL FOLKLÓRICO EN ALERTA ROJA:
Con el transcurrir de los siglos esta bárbara costumbre traída por los conquistadores españoles, logró fusionarse con la agropastoril costumbre nativa y se transformó en lo que conocemos como carnavales, los mismos que adquirieron sus propias particularidades en cada espacio geo-demográfico, conservando siempre los elementos de ambas culturas con preponderancia de la dominante en las ciudades.
En nuestro medio, la tradición carnaválica hasta hace pocas décadas era muy singular, debido fundamentalmente a la presencia de residentes extranjeros desde comienzos del siglo XX y los naturales que les brindaron grata acogida. Aquí las carnestolendas tradicionales se manifestaban de manera diferente en el área rural y en el sector urbano, y lo que es más, en éste último se evidenciaban también amistosas diferencias.
En el sector rural el culto a la pachamama en los carnavales era un gran suceso comunal, pero desde la última década del milenio que feneció se han reducido a escasas y momentáneas visitas familiares para bailar y brindar alrededor de los cultivos y animales sin atuendos pertinentes. Nuestros carnavales estaban matizados por una serie de elementos que la tipifican y una de las que resaltaba eran las comparsas de músicos y bailarines que alegraban las comunidades y pueblos, inclusive en algunas poblaciones se concentraban para intercambiar sones, ritmos y festejos; cosa que ocurre en muy pocos centros demográficos.
En la ciudad se extrañan los amistosos juegos con agua bendita, los bailes con máscaras en elegantes salones patrocinadas por prestigiosas instituciones, los desfiles de disfraces protagonizados por las mismas autoridades; también extrañamos los sones de las comparsas de tarkedas precedidos de vacunos u ovinos que expresaban el reconocimiento que hacían los ahijados hacia sus padrinos. Asimismo se observa la poca preocupación por adornar con serpentinas, globos, misturas y flores las viviendas y calles de nuestra localidad; los humos de las sahumadas son otras manifestaciones que ya no se perciben con claridad.
Estas y otras costumbres están en peligro de extinción, pero otros dirían que están en evolución. Durante los últimos lustros, las ideas de globalización y modernidad, desapercibidamente, están haciendo que nuestros carnavales estén perdiendo su esencia folklórica. El afán de lucro, el exhibicionismo, la intromisión del capitalismo, el deseo de atraer turistas, entre otros factores, vienen contribuyendo a que los bailes folklóricos sean estilizados y convertidos en obras de exhibición artística. Cuando se reglamenta, se califican, se premian, se cronometran, se practica fuera de su escenario natural, etc. el baile folklórico deja de ser tal y se convierte en una mercancía apetecido por los traficantes del folklore.
Lo expresado es algo que no debe obviarse, pues este “paquete turístico” algunas veces ocasiona, entre otras consecuencias, disputas innecesarias, intereses hegemónicos, gastos inútiles, trajes suntuosos y una serie de aditamentos superfluos que distan mucho de sus raíces folklóricas.
Si recordar es volver a vivir y el futuro no se construye ignorando el pasado, entonces la tradición debe ser punto de referencia para forjar y consolidar nuestra identidad cultural.

IV. EL CARNAVAL JULIAQUEÑO VIGENTE:
En la actualidad esta fiesta de masas, se caracteriza por un enorme derroche de alegría con mascaradas, juegos, bailes, comparsas, melodías, cantos y otras formas de regocijos muy animados y bulliciosos, observándose la paradójica realidad de que una disfraz o máscara “es más hermoso, cuanto más horrible es”.
Pero, de acuerdo al calendario católico, las carnestolendas son regocijos populares que se debía celebrar los tres días que anteceden al miércoles de ceniza. Sin embargo, en nuestro medio este calendario inconscientemente es vulnerado, pues al reducirse los carnavales a exhibiciones dancísticas, esta festividad se inicia cuando en realidad culmina.
No hay duda que en Juliaca los concursos de danzas post-carnaválicas vienen cobrando prestigio a nivel nacional, pero la ausencia de una orientación para elevar su calidad viene minando la aspiración de hacer reconocer a nuestro pueblo como la capital de los carnavales más prolongados del país.
Esta realidad la aceptamos porque hasta ahora se ha convertido en la única defensa contra el avance arrollador del fenómeno de la alienación. A pesar se este atisbo positivo no deja de preocuparnos que venimos observando la agonía del carnaval folklórico, puesto que a esta práctica de siglos se la viene reduciendo, peligrosamente, a concursos de danzas mal clasificadas.

Ciudad de los vientos, mes del florecimiento. (2000)