jueves, 16 de febrero de 2012

LO NATIVO EN EXTINCIÓN

El altiplano puneño se caracteriza por su rica y heterogénea expresión cultural. Cada pueblo, e inclusive cada comunidad tienen sus propias costumbres; las diferencias son de lengua, danza, arte, comida, vestimenta, actividades económicas, creencias, etc., nuestro mismo paisaje no es uniforme. Así, conscientes de esta diversidad, en el ámbito teórico se pretende consolidar una identidad cultural discutible y se ensayan argumentos queriendo reivindicar lo autóctono, lo cual nos parece que son acciones encomiables pero débiles.
En esta ocasión, les invito a reflexionar en torno a un elemento (el pantalón) que involuntariamente se le reclama como nativo en las danzas vernaculares que practicamos.

Una experiencia motivadora:
Es sabido que en los clásicos concursos de danzas que se realizan en nuestro medio los grupos perdedores no siempre están de acuerdo con el fallo del jurado calificador, el descontento con los resultados es algo que a nadie extraña. Al final de estos certámenes es normal observar controversias encendidas, particularmente en la llamada categoría de danzas autóctonas, pues casi todos dicen que tal danza está trastocada, que la otra está estilizada, que no respetan su esencia, etc. En una de esas acaloradas discusiones entrometidamente pregunté, ¿por qué dicen que ese traje no es autóctono? Y altaneramente se me respondió: porque el pantalón de ellos es de polystel y el nuestro sí es autóctono porque es de lana de oveja. Muy bien.

Cavilando para comprender:
Entonces brota la pregunta: ¿qué es lo autóctono? Las voces nativo y autóctono tienen una aproximación de sinonimia, pues se refieren al lugar en que uno ha nacido o ser originario del mismo país en que vive. La autoctonía a que hacemos alusión se refiere a expresiones culturales que son propios del lugar, es decir a costumbres que han nacido y se vienen desarrollando en nuestro lar.
Ahora bien, indagando más observamos que gran parte de nuestras manifestaciones culturales han dejado de ser autóctonos para devenir en mestizas.
El desarrollo tecnológico, científico, espiritual, etc. de las potencias mundiales desde hace siglos viene avanzando por el orbe amestizando todo lo que toca en unos casos, y absorviendo en otros.

Entronización de lo mestizo:
La historia peruana ha truncado su desarrollo autónomo con la abrupta invasión europea. Hasta la época incaica aquí se desarrollaba una cultura nativa producto de una continuidad histórica. Si bien es cierto que a partir de la captura del Inca Atahualpa se inició toda una gesta de resistencia, también es cierto que se inició todo un proceso de amestizamiento amalgamando las culturas andina y occidental, y originando “lo peruano”. Desde entonces paulatinamente el pensamiento nativo peligrosamente se viene alejando de su ser. Si el pensamiento es la expresión de la cultura y si nosotros pensamos en español, escribimos es español pero hablamos en lengua nativa (quechua o aymará), estamos hablando de un típico mestizaje.

Pantalón de lana de Oveja:
Los españoles, al margen del idioma, la religión, etc. lograron también introducir y generalizar el su uso dos elementos culturales que nos ocupan: el pantalón y la oveja.
Las crónicas nos dicen que fueron los españoles quienes obligaron, so pena de muerte, a que la población nativa andina tenga que vestirse de acuerdo a la voluntad del conquistador, lo que ocasionó que cada traje tenga un toque europeo, ya sea en el modelo o en el material. Así, la bayeta de lana de oveja fue destinada para la elaboración de los trajes de los indios e indias, cuyas prendas con el correr de los años se convirtieron en típicas.

Entonces
El desconocimiento de la historia muchas veces nos hace cometer errores.
Refiriéndonos a los bailes y danzas de nuestro medio, que de hecho tienen por indumentaria masculina al pantalón, en sentido estricto, no pueden considerárseles nativos ni autóctonos. Entonces, tanto los machuaychas y ch’iñipilcos, es decir los danzantes de la qashwa de San Sebastián, que son los representantes del folklore juliaqueño, también carecen de autoctonía, por lo menos en lo referente a la indumentaria.
Queda el reto a los investigadores sociales, al espacio educativo y a las instituciones encargadas de reivindicar y velar nuestro patrimonio cultural, realizar estudios serios acerca de las manifestaciones folklóricas de nuestro medio, y persuadir a la población que las expresiones ancestrales que aún perviven son los únicos ingredientes para reconocernos como herederos de un grandioso pasado, que puede contribuir a la grandeza de nuestra patria.
(Estas reflexiones no pierden vigor si se generalizan al país)

Juliaca, 15 de enero de 2004

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